La palabra contexto proviene del vocablo latino contextus y hace referencia al conjunto de circunstancias físicas, temporales e incluso simbólicas en las que se ubica un objeto o sucede un acontecimiento. El contexto es una parte muy importante para la correcta comprensión de las cosas y de los eventos de la historia, así como para el arte y los objetos artísticos, que no pueden ser entendidos al margen del mismo, puesto que es el contexto el que indica las coordenadas físicas y temporales en las que se sitúan todas las cosas del mundo. La descontextualización, por consiguiente, se refiere al cambio de este contexto, a la reubicación de las coordenadas de un hecho o de un objeto en el mundo en un lugar que le puede ser extraño. Cuanto más extraño le sea este nuevo lugar más impactante será la descontextualización.
No podemos entender la práctica artística ni, por supuesto, la creación de objetos tridimensionales al margen del contexto. La práctica tridimensional no tiene como único recurso plástico la generación de un objeto tridimensional, es decir, la transformación de la materia no es su única forma expresiva, ya que el espacio en el que habita es un elemento que no solo la alberga, sino que le afecta e influye. La relación del objeto con el espacio es indisoluble, incluso en los espacios que consideramos «vacíos», existen elementos que afectan al objeto de una u otra forma. Por todo ello, el contexto es un elemento fundamental que debe tener en cuenta el artista, puesto que su modificación puede alterar positiva o negativamente al objeto e, incluso, puede convertirse en recurso expresivo en sí misma.
Los objetos escultóricos que están diseñados para lugares concretos pueden cambiar de contexto por una u otra razón. En el caso de los monumentos, la pérdida del contexto originario se produce por un cambio político o de significado, por el desuso, la adquisición o el expolio. En este último caso, puede producirse incluso una pérdida de significado, como por ejemplo en el arte funerario egipcio, ubicado hoy en día en las salas de los museos más importantes del mundo; o en el caso del Altar de Zeus (188 a. C.), que se puede ver en nuestros días en las salas del Pergamonmuseum de Berlín, a miles de kilómetros de la Acrópolis griega de Pérgamo para la que fue creado. En realidad, la descontextualización de los objetos de su lugar de origen es condición del museo occidental.
De hecho, el cambio de contexto puede ser también en relación con el contexto temporal. Esto sucede con los monumentos y esculturas conmemorativas, que, a medida que se alejan del momento en el que fueron creados, se van convirtiendo en memoria y recuerdo de un hecho ya pasado. Esto sucede también con el arte político que se hace en y para un momento político concreto y, a medida que va cambiando su contexto temporal, se convierte en memoria, en reliquia de un momento social o en la descripción de un hecho pasajero.
Pero el cambio de contexto no solo tiene consecuencias negativas, sino que la descontextualización se puede convertir en sí misma en una estrategia estética. Esta práctica supone reubicar un objeto, ya sea encontrado o creado, en un lugar nuevo. A esta acción subyace una intención expresiva o conceptual, por lo que esta alteración del contexto es un hecho deliberado, expresivo y no casual.
Veamos como ejemplo La Fuente (1917) de Marcel Duchamp. La intención del artista fue exponer un urinario en una muestra organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Con esta descontextualización de un objeto vulgar, Duchamp daba pie a la idea de que cualquier objeto era bienvenido a ser el protagonista de una obra de arte. El cambio de contexto de este objeto vulgar le sirvió como revolución y provocación, así como para cuestionar los límites del objeto escultórico tradicional. Con esta acción, puso en práctica lo que conocemos como objet trouvé (‘objeto encontrado’). Frente a la representación de la realidad, opta por presentarnos la realidad misma, la cual, al cambiar de contexto y ser mostrada en un espacio expositivo sobre una peana, se convierte en obra de arte.
La Fuente de Marcel Duchamp (1917)
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/La_Fuente_(Duchamp)
Otros artistas han optado por ofrecer un nuevo contexto a los elementos encontrados en el entorno natural y los han trasladado al espacio arquitectónico. Esta es una práctica habitual en los artistas del land art o del arte ecológico. Estos artistas trasladan piedras, árboles, hojas, semillas y otros elementos a la sala de exposiciones. Este es el caso de Richard Long, que en obras como Stone Circle (1980) dispone en el suelo de la sala de exposiciones de piedras de mármol que forman un círculo de 280 cm de diámetro. Al descontextualizar o cambiar de contexto estos elementos, Long los hace visibles y los ordena para los ojos del espectador seleccionándolos y alejándolos de su entorno natural originario para aproximar el paisaje al entorno humano del museo.
Stone de Richard Long (1980)
Fuente: http://www.vvork.com/?p=23940″ target=»_blank
Pero el recurso de la descontextualización no está solo relacionado con la práctica escultórica, sino que ha sido utilizado también por la pintura surrealista. En ella se generan situaciones y combinaciones de objetos que en la realidad serían casi imposibles haciendo visible una visión del mundo que tiene más que ver con los sueños que con el mundo real. En el caso de La Victoria (1938), de René Magritte, el artista pinta una puerta sin paredes que la sustenten en un entorno natural donde hay cielo, mar y tierra. Esta puerta aparece entreabierta y por ella asoma una nube. Se trata de una situación imposible en la que el artista hace de artífice y combina elementos en un contexto inventado y creado por él en el que todo parece posible. Por medio de la descontextualización, estos artistas quieren aludir a los sueños donde también se recontextualizan emociones que desvelan nuevos significados ocultos en nuestro subconsciente.
Otro de los artistas que recurre a la descontextualización de los objetos cotidianos es el fotógrafo español Chema Madoz. Sus imágenes se generan mediante nuevas combinaciones y situaciones para los objetos. El artista crea y recrea un mundo simbólico que nos aproxima a lo imposible o, más bien, a lo que solo la imaginación puede generar. En su caso, recurre al soporte fotográfico como medio y espacio que le posibilita combinar elementos en contextos nuevos, de modo que crea discursos imaginarios a partir de una realidad cotidiana reconocible por todos. Este es el caso de HA (1990) en la que aparecen cuatro platos colocados entre las rendijas de una alcantarilla. La comprensión de dicha imagen por parte del espectador es rápida, ya que el artista le ayuda a visualizar un nuevo contexto para el objeto reconocible, le sorprende y le llama a activar su memoria visual y su imaginación. Esta práctica es un arte combinatorio mediante el que genera poesía visual.
HA de Chema Madoz (1990)
Fuente: http://www.cceba.org.ar/old/chema-madoz/» target=»_blank
Bibliografía recomendada
Bachelard, G. (1957). La poética del espacio. Fondo de cultura económica: Buenos aires. https://monoskop.org/images/1/16/Bachelard_Gaston_La_poetica_del_espacio.pdf
Perec, G. (2001). Especies de espacios. Montesionos. https://uea1arteycomunicacion.files.wordpress.com/2013/10/perec-georges-especies-de-espacios.pdf
Vv. Aa. (2013). Art & Place. Site-specific Art of the Americas. Phaidon.
Otros enlaces relacionados
http://antoniavalero.com/2013/03/la-descontextualizacion-en-la-obra-de-arte/http://chicago.universitypressscholar
ship.com/view/10.7208/chicago/9780226249452.001.0001/upso-9780226249315-chapter-010
https://es.scribd.com/document/269249381/Descontextualizacion-Del-Objeto