Descripción
En la teoría del color, la saturación es la intensidad de un matiz específico. Se basa en la intensidad y pureza del color: un color muy saturado es vivo, mientras que un color desaturado se convierte en algo triste y apagado.
Saturación y fotografía
La saturación es un cambio en la intensidad del color o, mejor dicho, es el cambio que sufre un color en su estado puro.
La saturación nos obliga a trabajar con mucha definición. Por lo tanto, para construir imágenes muy saturadas, necesitamos cámaras con potentes sensores o cámaras de medio y gran formato, capaces de alcanzar altos grados de [popover2 title=»La saturación también puede modificarse en programas de posproducción.»]reproducción tonal[/popover2].
La saturación puede ser un recurso muy útil a fin de enfatizar o destacar un objeto o sujeto.
Ahora bien, la apuesta por la saturación nos arroja algunos interrogantes sobre la finalidad estética y narrativa: ¿por qué resaltar?, ¿qué resaltar?, ¿a qué nos remite la saturación?
Sin duda, nos remite a la exageración, a la sumatoria, a la exacerbación.
Nos conecta con la reflexión del mundo en que vivimos: un mundo hipersaturado; hipersaturado de información, de estímulos, de velocidad.
En cuanto a esto, el pensador francés Paul Virilio se pregunta sobre esta hipersaturación que caracteriza a la sociedad actual, en que la constante visual de hiperestimulación sensorial (desde que salimos de casa estamos expuestos a carteles, publicidades, imágenes) genera una incapacidad para ver, para sentir y para reflexionar. Estamos entonces ante un exceso y una falta.
La saturación (o desaturación) de color como recurso estético
Tal como menciona el fotógrafo y filósofo ciego Evgen Bavcar, vivimos épocas de oculocentrismo: nuestra hipersensibilidad visual nos conduce a una impermeabilidad que, paradójicamente, destacándolo todo, lo oculta y en medio de tanto exceso no nos deja ver.
De tal manera que en el mundo contemporáneo nunca hemos podido ver tanto y sin embargo hemos estado tan ciegos.
Caminamos en un espacio saturado de información, conceptos y estimulación.
Autores como Virilio y Baudrillard vinculan el exceso con el vacío. Eso que Virilio llama lo epitelial: todo se transforma en una pantalla, en una cáscara, en una fría superficie.
Las imágenes, al hacer visible la eminencia de la saturación y el exceso y su influencia en nuestra cultura, nos muestran cómo la cultura del consumo incide sobre las imágenes y cómo las imágenes se introducen en dicha cultura de consumo. De esta dialéctica surge la reflexión y la crítica que el arte contemporáneo pone sobre la mesa.
Esta hipersaturación es trabajada desde la reflexión en el arte contemporáneo por diversos autores. Cada uno desde su estética y discurso apuntan a poner en discusión la sociedad de consumo donde el sujeto se transforma en un objeto, en un mercadillo, en un simulacro.
Por ejemplo, Marcos López satura color y objetos: llena, carga, sobreestimula la información que estamos recibiendo en cada fotograma. En la composición del cuadro lo satura todo de color, de simbolismo, de objetos.
El concepto de simulacro se hace patente: todo parece, pero nada es.
En el caso de los artistas franceses Pierre et Gilles, encontramos cómo abordan la sobreestimulación desde una perspectiva donde todo es frágil y frío a la vez: recargado, barroco, kitsch.
El estereotipo está exacerbado. De esta frialdad surge la reflexión de una dramática condición del género humano, de una banalización de lo sagrado.
Pierre et Gilles trabajan elaboradamente la escena y la iluminación en la toma y apenas la manipulan en posproducción digital. Posteriormente, retocan las imágenes con pintura acrílica sobre la propia imagen.
Su trabajo nos remite a escenas religiosas, mitológicas o idílicas, así como a escenas homoeróticas. Se les incluye en el movimiento kitsch (como una elección consciente) y en la cultura pop.
En la obra de David LaChapelle la saturación de color, de sensaciones, de objetos y sujetos conecta el concepto de puesta en escena, de escenario construido, de pose, de exageración, donde la simbología de los elementos presentes en la imagen proviene de la cultura pop y kitsch y de la reminiscencia del arte religioso.
Representa la imagen del héroe contemporáneo como la estrella de pop, el cristo estilizado. Se transforman todos en modelos: seres hermosos, perfectos, con pieles tersas y a la vez seres lejanos y fríos que nos observan desde su mundo, imperturbables.
Se abre así una brecha doble entre realidad y ficción:
Por una parte, si bien la temática es mitológica, el alto grado de definición nos remite a imágenes altamente realistas: lo irreal (un monstruo, una sirena) parece real.
Al mismo tiempo, el trabajo de la saturación de color contribuye a crear una sensación de hiperrealidad: una realidad que, al alcanzar tal nivel de detalle y brillo con una saturación de color tan marcada y un color tan puro, se vuelve irreal. La exacerbación de lo real pone en evidencia al simulacro.
«Aparece una pujanza de la verdad, la objetividad […] así aparece la simulación en la fase que nos concierne, una estrategia de lo real, de neo-real y de hiperreal, doblando por doquier una estrategia de disuasión».
Baudrillard (2002, pág. 19)
LaChapelle se inspira en la mitología y en escenas bíblicas para retratar el mundo moderno: sus tomas tienen un trabajo minucioso y detallista, trabajando con el aspecto físico del personaje, llevándolo casi a la caricatura.
A través de sus escenas refleja un mundo moderno en donde, más allá del brillo de la superficie, se expresa la crítica a una sociedad banal, llena de excesos y vanidad.
De esta relación de tensión dinámica entre apariencia y drama, entre mística y actualidad, surge una marcada denuncia social que pone en evidencia lo tremendo de la actualidad.
Ya sea en sus trabajos para el mundo de la moda, la música, el cine o la publicidad, nada escapa a su creatividad; todo es transformado en pantalla, en escenario, donde vamos cavando y destruyendo nuestra cultura.
La sociedad del espectáculo, con sus excesos y su lejanía, deviene en el arte contemporáneo la gran pantalla para reflejar el estado del mundo.
Bibliografía
Baudrillard, J. (2002). Cultura y simulacro (6.ª ed.). Barcelona: Kairós.
López, M. (2000). Pop latino. Buenos Aires: La Marca.
Mayer Foulkes, B. (2013). Luna Cornea, 17. Evgen Bavcar: el deseo de la imagen, por Benjamín Mayer Foulkes (pág. 42). México: Centro de la Imagen.
Virilio, P. (1998). Estética de la desaparición. Barcelona: Anagrama.