L’éphémère, c’est l’éternité (‘Lo efímero es eterno’)
Wolfgang Laib
El concepto efímero procede del griego bizantino ἐφήμερος (ephḗmeros), que significa ‘de un día’. A nuestro alrededor acontecen a cada segundo hechos efímeros, como los cambios de luz durante las diferentes horas del día, la transformación de las flores que se marchitan en los jarrones o la evaporación del agua de los charcos tras la lluvia, entre otros.
Algunos de estos hechos son fácilmente visibles y otros suceden de un modo casi imperceptible. La idea de la impermanencia y de la constante transformación es un hecho inevitable, algo inherente a la propia vida y que se vincula con el paso del tiempo.
Existen artistas que utilizan estos fenómenos como parte importante de su lenguaje plástico y que ven en los cambios que sufre la materia de las cosas un elemento expresivo.
En ese sentido, entendemos el arte efímero como la práctica artística, acción u objeto artístico que no está realizado con la intención de perdurar, que acepta el cambio, e incluso la desaparición, así como los efectos del paso del tiempo, y que además acepta esta impermanencia como recurso expresivo y conceptual.
Esta relación del arte con el hecho efímero y con la aceptación del cambio rompe con la idea clásica del arte que estaba hecho para la eternidad, así como con la necesidad de permanencia que se le exigía a la representación artística (y su conservación), que se utilizaba en cierta forma como un antídoto contra el paso del tiempo.
En la antigüedad, muchos materiales escultóricos, como es el caso de la piedra o del bronce, eran seleccionados por los artistas y artesanos por su resistencia y su capacidad de perdurabilidad. Los bustos romanos y las inscripciones sobre los bloques de piedra eran una forma de hacer perdurar en el tiempo rostros y nombres de seres que eran conscientes de su vida pasajera. Con esta selección de materiales, los artistas, así como los personajes representados o los nombres escritos, ampliaban su permanencia en el tiempo, incluso su presencia espacial; por ello, prolongaban o perpetuaban su presencia en el mundo gracias a la dureza de los materiales.
Pero los artistas que trabajan con lo efímero desarrollan otra noción del tiempo y de la materia. Sus acciones tienen que ver con el concepto del aquí y ahora, del instante y su fragilidad (en contraposición con la piedra). Se trata muchas veces de situaciones irrepetibles o de objetos perecederos que no están realizados para perdurar y que buscan justamente en esta cualidad una de las premisas y fortalezas de su función expresiva.
La práctica del arte efímero engloba diferentes disciplinas, desde la escultura hasta la performance. El concepto como tal surge durante los años sesenta con el grupo Fluxus, cuando artistas, como Joseph Beuys, realizan obras o acciones artísticas sin ningún valor económico utilizando materiales tan inestables como la cera, el fieltro o la grasa animal. Esta práctica será ampliada y desarrollada por los artistas del arte povera, que utilizarán materiales perecederos en muchas de sus obras.
El arte efímero puede practicarse en el espacio exterior o interior. En la práctica del arte efímero, dentro del espacio expositivo, destacamos a Anya Gallaccio, que trabaja directamente con la transformación de la materia dentro de dicho contexto. La artista dispone y traslada a la sala de exposiciones acontecimientos efímeros, como en el caso de Preserve beauty (1991-2003), donde la artista británica muestra el proceso de degradación de las flores. La obra consiste en tres grandes planchas de cristal, colgadas de la pared, entre las que están aprisionadas una gran cantidad de flores de gerbera. Durante el transcurso de la exposición estos elementos se irán transformando y harán visible su carácter perecedero y efímero.
Cuando las prácticas artísticas efímeras se desarrollan en el espacio exterior, alejado del espectador, o resulta imposible la visualización de su transformación por su lejanía o por su carácter no perdurable, el artista recurre al trabajo documental del hecho perecedero mostrando fotografías, vídeos o algunos elementos residuales de lo acontecido.
Esto sucede, por ejemplo, con la mayoría de los artistas que trabajan directamente en el entorno natural, como es el caso de Andy Goldsworthy, que crea muchos de sus objetos e instalaciones en plena naturaleza y con materiales perecederos como el hielo, las hojas de los árboles o las semillas, a los que deja expuestos intencionadamente a los efectos de los agentes atmosféricos.
En River Rock, drawn over with a soft red stone, Scaur Water, Dumfriesshire (1992), por ejemplo, se muestra una secuencia fotográfica que narra el proceso durante el cual se deshace una intervención realizada por el artista británico sobre un elemento del paisaje. Una piedra de río pintada con arcilla roja ha sido devuelta al lugar que ocupaba dentro del agua. Por los efectos de la corriente, la arcilla se irá desprendiendo de la piedra. El artista captura este hecho en cinco imágenes, en las que vemos cómo el movimiento del agua hace que se desprenda el pigmento de la piedra hasta quedar totalmente limpia por la corriente del río. Estas cinco imágenes serán expuestas en el espacio expositivo como vestigios que narran el hecho efímero acontecido.
En el caso de otras artes, como el teatro o el cine, así como en la performance o en el happening, la cualidad temporal efímera es inevitable, ya que todas estas prácticas dependen de su representación, proyección o acción para ser visibles más allá de su acontecimiento. En el caso de la performance y del happening también será posible trasladar el acto efímero al espacio expositivo a partir de material documental que posibilite su visualización y su permanencia y que suele terminar por convertirse en la pieza de arte.
Bibliografía recomendada
Albero, M. (2018). Esto se acaba. Cartografía de lo efímero. Madrid: Abada. https://abadaeditores.com/prosa/esto-se-acaba-cartografia-de-lo-efimero.html
Bauman, Z. (2007). Arte ¿líquido?. Madrid: Sequitur.
Buci-Gluksmann, C. (2006). Estética de lo efímero. Madrid: Arena Libros. http://www.arenalibros.com/fichas_libros/Ficha_Efimero_Buci-Glusckmann.htm
Fernández Arenas, J. (1988). Arte efímero y espacio estético. Barcelona: Anthropos.
Juniper, A. (2004). Wabi Sabi: El arte de la impermanencia japonés (El Viaje Interior). Barcelona: Oniro.
Michaud, Y. (2009). El arte en estado gaseoso: Ensayo sobre el triunfo de la estética. Fondo de Cultura Económica USA.
Youcenar, M. (1992). El tiempo gran escultor. Barcelona: Alfaguara. https://cuatrocuadernos.files.wordpress.com/2015/05/iv-01-el-tiempo-gran-escultor.pdf
O’neill, M. (2007). Ephemeral art: mourning and loss. Loughborough University. httpsV/dspace lboro ac uk/dspace-jspu¡/h¡tstream/2134/8012/3/Thes¡s-2007-QNe¡ll pdf
Otros enlaces de interés
Más información sobre las obras descritas
https://artsandculture.google.com/asset/preserve-beauty-new-york/4wGqwoukMf76sg?hl=es