Descripción
Si bien en sus comienzos la fotografía se vio asociada a la reproducción de realidades sociales, culturales, periodísticas, al evolucionar, sus términos se han desplazado hacia la creación de escenarios que canalizan necesidades expresivas.
Así, la preocupación inicial de la fotografía por reflejar la realidad se ha desplazado al ámbito de recrear la realidad o de crear espacios imaginados.
Al hablar de puesta en escena estamos hablando implícitamente de narración. Para contar una historia establecemos un guion y un escenario.
Puesta en escena (de la expresión francesa mise-en-scène) es un concepto proveniente del ámbito de las artes escénicas, para referirse al diseño global de los aspectos de una producción.
Toda la puesta en escena tiene que ver con un simulacro: aquello que pareciendo verdad, no lo es.
Fontcuberta, en su libro La furia de las imágenes, hace referencia a este tema, donde establece que todo lo que vemos desde el ámbito fotográfico no es más que una puesta en escena, aunque sea una foto directa, dado que hay un encuadre, un recorte y una virtualización de la realidad. En este sentido, el papel del artista ya no consiste en «producir obras», sino en «prescribir sentidos» (Fontcuberta, 2016, pág. 39).
Desde esta perspectiva, casi todo lo fotográfico desde la posfotografía sería una escenificación.
Al recrear y representar, al escenificar, la fotografía adquiere mucho de transgresión, desafiando los estereotipos propuestos por la sociedad de consumo que marcan modelos determinados y establecen patrones de conducta referentes a temas tan complejos como la ética, el deseo y el género.
Este punto de tensión entre el ser y el deber ser, lo que se muestra y lo que se es, lo que se oculta y lo que se ve, son ejes primordiales en aquellos autores que trabajan con la escenificación.
La exacerbación del modelo, de la fachada y del maquillaje está llevado a un nivel donde el contenido se vuelve explosivo: son explosiones de color y de concepto llevadas a un extremo (suprafemenino, supramasculino). En la sociedad de los medios de comunicación de masas todo se transforma en un escaparate.
En esta línea de trabajo es donde comienza Cindy Sherman basándose en la influencia de las películas de Hollywood y montando sus propios escenarios.
En su serie Untiteld Film Stills se fotografiaba a sí misma en diversos escenarios personificando estereotipos de mujer típicos de la sociedad machista.
En este caso, la artista es modelo y autora a la vez. En esta forma en donde se transgrede el contenido de los roles, al ejercer de sujeto y ejecutor de la toma, se cuestiona constantemente el ámbito de lo femenino y de las normas sociales establecidas en torno a él.
Sus imágenes, realizadas en blanco y negro, se asemejan a fotogramas de películas de los años 40-50 y la acción de fotografiar es, en sí misma, una construcción que aborda las convenciones características del retrato convencional y las transgrede.
En el caso de Jeff Wall, sus escenas parecen ser casuales o de toma directa y, sin embargo, todo en ellas está planificado hasta el mínimo detalle, como una escena en una película, con pleno control de todos los gestos y elementos.
Sus composiciones se encuentran siempre bien pensadas y/o tomadas prestadas de pintores clásicos.
Aborda temas sociales y políticos, tales como la violencia urbana, el racismo, la pobreza, así como los conflictos de género y de clase.
En la imagen titulada Mimic (1982) que vemos más abajo, se pone en evidencia la tensión social y racial en los suburbios de Norteamérica.
La imagen ha sido construida meticulosamente al igual que si fuera una imagen cinematográfica.
Este tipo de escenificación también se vincula a los paparazzi en la manera en que una fotografía que venía de un ámbito ordinario se transforma en extraordinaria.
Adentrándose en lo onírico y lo extraordinario, encontramos las fotografías de Sandy Skoglund, que reflejan con frecuencia la instalación de escenarios diseñados por la artista.
A través de estas instalaciones, transmite un conjunto de ideas con planteamientos que se pueden situar entre el arte conceptual y el surrealismo.
Skoglund utiliza la repetición como elemento formal, como un acento para alimentar y magnificar su mensaje.
Al invadir y trabajar los espacios, el concepto queda más expuesto y evidente. Y es en esa exposición donde algo de su contenido no formal, más sustancial y metafórico, emerge.
No quisiéramos dejar de mencionar a AES+F. Es un colectivo de producción ruso de carácter multimedia e interdisciplinar que trabaja en fotografía, vídeo y animación.
Crea grandiosas narrativas visuales que exploran valores y conflictos del mundo contemporáneo.
Todos estos autores son fotógrafos que trabajan con influencias muy marcadas del cine.
Para llevar a cabo estas puestas en escena se requiere de una gran producción con equipos humanos implicados.
Por lo general, requieren la construcción de un escenario en un estudio o buscar una localización; luego se produce una gran intervención del espacio, por parte del equipo de trabajo, para transformarlo y para planificar la puesta en escena a fin de que la instantánea última cobre mucho cuerpo.
Todos estos trabajos llevan meses de planificación y ajuste, no son instantáneos.
La puesta en escena implica no solo trabajo coordinado de equipo, sino también de posproducción. Es necesario diseñar, planificar, trabajar con los actores y definir el vestuario, realizar la toma y retocar luego en posproducción, donde se ajusta color, contraste, forma y se añaden o se quitan elementos.
Partiendo de una resolución técnica impecable y de la producción de imágenes de gran belleza visual y equilibrio formal, estos artistas ponen en evidencia, como surgiendo desde el silencio, algo terrible de la vida que sucede.
La ambivalencia entre lo hermoso y lo terrible es constante.
La tensión entre la necesidad y la búsqueda de la perfección y la imposibilidad de alcanzarla, entre el control y el caos, el control y lo inasible, hace que el trabajo con la puesta en escena abra una perspectiva eminentemente crítica al reflexionar sobre ámbitos de conflicto y violencia (de género, de raza, de cultura).
Todo el arte contemporáneo de puesta en escena tiene un componente de simulacro. Considerándolo detenidamente, no hay fotografía sin simulacro, ni puesta en escena.
Bibliografía
Bright, S. (2005). Fotografía hoy. San Sebastián: Nerea.
Fontcuberta, J. (2016). La furia de las imágenes. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Flusser, W. (2009). Una filosofía de la fotografía. Madrid: Síntesis.
Heartney, E. (2008). Arte&Hoy. Londres: Phaidon.
Virilio, P. (1988). La estética de la desaparición. Barcelona: Anagrama.